miércoles, 14 de mayo de 2014

CAPITULO 151




Salí de la ducha y me sequé, emocionado y muy nervioso sobre las posibilidades que podría generar a partir de la conversación que estábamos a punto de tener. Justo antes de abrir la puerta, pude oír una pelea en el pasillo.


Rosario dijo algo con voz desesperada. Abrí la puerta y escuché.


—Lo prometiste, Pau. Cuando te dije que tuvieras juicio. ¡No me refería a que ustedes dos se involucraran! ¡Pensé que sólo eran amigos!


—Lo somos —dijo Paula.


—¡No, no lo son! —replicó Valentin.


Rosario habló. —Bebé, te dije que todo irá bien.


—¿Por qué estás presionando esto, Ro? ¡Te dije lo que va a suceder!


—¡Y yo te dije que no! ¿No confías en mí?


Valentin entró en su habitación dando pisotones. Después de unos segundos de silencio,Rosario volvió a hablar. —Simplemente no puedo conseguir meterle en la cabeza que si Pedro y tú funcionan o no lo hacen, no nos afecta. Pero no me cree.



Maldita sea,Valentin. No es la transición ideal. Abrí la puerta un poco más,lo suficiente para ver el rostro de Paula.


—¿De qué estás hablando, Ro? Pedro y yo no estamos juntos. Sólo somos amigos. Ya lo has oído antes... no está interesado en mí de esa manera.


Joder. Esto empeoraba por momentos.


—¿Oíste eso? —preguntó Rosario, con evidente sorpresa en su voz.


—Bueno, sí.


—¿Y lo crees?


Paula se encogió de hombros. —No importa. Nunca va a suceder. Me dijo que no me ve así. Le tiene una fobia al compromiso, sería difícil para mí encontrar una chica, además de ti, con la que no se haya acostado y no puedo aguantar sus cambios de humor. No puedo creer que Valen piense lo contrario.


Cada pedacito de esperanza se me había escapado con sus palabras. La decepción fue aplastante. Durante unos segundos, el dolor fue incontrolable, hasta que dejé que el enojo se hiciera cargo.


La ira era siempre más fácil de controlar.


—Porque no sólo conoce a Pedro… ha hablado con Pedro, Paula.


—¿Qué quieres decir?


—¿Ro? —llamó Valentin desde el dormitorio.


Rosario suspiró. —Eres mi mejor amiga. Creo que te conozco mejor de lo que tú te conoces a veces. Los veo juntos, y la única diferencia entre Valen y yo y Pedro y tú, es que nosotros tenemos sexo. ¿Aparte de eso? No hay diferencia.


—Hay una enorme diferencia. ¿Valen trae a casa a diferentes chicas cada noche? ¿Vas a ir a la fiesta mañana para salir con un chico con claras citas potenciales? Sabes que no puedo involucrarme con Pedro, Ro. Ni siquiera sé por qué lo estamos discutiendo.


—No estoy viendo cosas, Pau. Tú has pasado casi todo el tiempo con él durante el último mes. Admítelo, sientes algo por él.


No pude escuchar una palabra más. —Supéralo, Ro —dije.


Las dos saltaron ante el sonido de mi voz. Los ojos de Paula se encontraron con los míos. No parecía avergonzada ni arrepentida, lo que sólo me molestó más.
Yo me había agarrado el cuello y ella cortaba mi garganta.
Antes de decir alguna estupidez, me retiré a mi habitación.


Sentarse no ayudó. Tampoco estar de pie, caminando o haciendo flexiones.
Las paredes se acercaban más a mí a cada segundo. La rabia hirvió dentro de mí como un producto químico inestable, listo para explotar.
Salir del apartamento era mi única opción, para aclarar mi cabeza y tratar de relajarme con unos tragos. The Red. Podría ir a The Red. Cami trabajaba en el bar.
Podría decirme qué hacer.
Ella siempre supo cómo hablar para calmarme. A Marcos le gustaba por la misma razón. Era la hermana mayor de tres hijos y no se inmutó cuando se trataba en cuestiones de nuestros problemas de ira.
Me puse una camiseta y unos vaqueros, agarré unas gafas de sol, las llaves de mi motocicleta y la chaqueta, y luego metí los pies dentro de las botas antes de regresar por el pasillo.
Los ojos de Paula se abrieron como platos cuando me vio dando la vuelta la esquina. Gracias a Dios que estaba en la sombra. No quería que viera el dolor en mis ojos.


—¿Saldrás? —preguntó, sentándose—. ¿A dónde vas?


Me negaba a reconocer la súplica en su voz.



—Fuera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario