TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
miércoles, 14 de mayo de 2014
CAPITULO 152
No le tomó mucho tiempo a Cami averiguar que yo no era buena compañía. Sostuvo las próximas cervezas mientras me sentaba en mi silla habitual en el bar The Red. Las luces de colores se perseguían unas a otras por la sala, y la música era casi lo suficientemente fuerte como para ahogar mis pensamientos.
Mi paquete de Marlboro Reds casi había desaparecido, pero esa no era la razón de la sensación de pesadez en mi pecho. Unas pocas chicas habían ido y venido, tratando de entablar conversación, pero no pude levantar mi línea de
visión desde el cigarrillo medio quemado posado entre dos de mis dedos. La ceniza era tan larga que era sólo cuestión de tiempo hasta que se desvaneciera, así que solamente miré las brasas que quedaban, parpadeando contra el papel, tratando de mantener mi mente alejada de la sensación de hundimiento que la música no podía ahogar.
Cuando la multitud en el bar disminuyó y Cami no se movía a mil kilómetros por hora, dejó un vaso vacío delante de mí y luego lo llenó hasta el borde con Jim Beam. Lo agarré, pero cubrió mi pulsera negra de cuero con sus dedos tatuados que deletreaban baby doll cuando mantenía sus puños juntos.
—Está bien, Pepe. Cuéntame.
—¿Qué? —pregunté, haciendo un débil intento de alejarme.
Negó con la cabeza. —¿La chica?
El vaso tocó mis labios e incliné la cabeza hacia atrás, dejando que el líquido quemara mi garganta. —¿Qué chica?
Cami puso los ojos en blanco. —¿Qué chica? ¿En serio? ¿Con quién crees que estás hablando?
—Está bien, está bien. Es Paloma.
—¿Paloma? Estás bromeando.
Me reí una vez. —Paula. Ella es una paloma. Una paloma demoníaca que me jode tanto la cabeza que no puedo pensar con claridad. Ya nada tiene sentido, Cami. Cada regla que he hecho se ha roto una por una. Soy un blandengue. No... peor. Soy Valen.
Cami se rió. —Sé amable.
—Tienes razón. Valentin es un buen tipo.
—Sé amable contigo mismo, también —dijo, lanzando un trapo sobre la mesa y pasándolo en círculos—. Enamorarte no es un pecado, Pepe, Jesús.
Miré a mí alrededor. —Estoy confundido. ¿Estás hablando conmigo o con Jesús?
—Lo digo en serio. Así que tienes sentimientos por ella. ¿Y qué?
—Me odia.
—Nah.
—No, la he oído esta noche. Por accidente. Piensa que soy una basura.
—¿Ella dijo eso?
—Más o menos.
—Bueno, más o menos lo eres.
Fruncí el ceño. —Muchas gracias.
Extendió las manos, con los codos sobre la barra. —En base a tu comportamiento en el pasado, ¿no estás de acuerdo? Mi punto es... tal vez por ella, no lo serías. Tal vez por ella podrías ser un hombre mejor. —Sirvió otro trago y no le di la oportunidad de detenerme antes de tragarlo.
—Tienes razón. He sido un cabrón. ¿Puedo cambiar? Joder, no lo sé.
Probablemente no lo suficiente como para merecerla.
Cami se encogió de hombros, tapando la botella y colocándola en su lugar.
—Creo que deberías dejar que ella juzgue eso.
Encendí un cigarrillo, tomé una respiración profunda, y agregué más bocanadas de humo a la habitación ya turbia.
—Tráeme otra cerveza.
—Pepe, creo que ya has tenido suficiente.
—Cami, sólo hazlo, maldita sea.
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