lunes, 19 de mayo de 2014

CAPITULO 170



Dos voces masculinas murmuraban en la sala de estar, una de ellas era la de Valentin. La voz de Rosario era un chillido agudo pero ninguno de ellos parecía feliz. Quienquiera que fuese no hacía una visita de cortesía.
Pasos resonaron en el pasillo y luego la puerta se abrió. Adrian se paró en la puerta. Me miró a mí, y luego a Paula, su mandíbula tensa.
Sabía lo que él pensaba, y cruzó por mi mente explicar porque Paula estaba en mi cama, pero no lo hice. En cambio, alargué mi mano y la apoyé en su cadera.


—Cierra la puerta cuando termines de meterte en mis asuntos —dije,apoyando mi cabeza junto a la de Paula.


Adrian se alejó sin decir una palabra. No azotó mi puerta, en cambio puso toda su fuerza cerrando la puerta principal. 


Valentin se asomó en mi habitación —Mierda, hermano. Eso no es bueno. —Estaba hecho; no podía cambiarlo ahora. Las consecuencias no eran motivo de preocupación en ese momento, pero yacer junto a Paula, explorar sobre su contextura perfecta, su bello rostro, el pánico se deslizó
dentro de mí. Cuando se enterara de lo que había hecho, me odiaría.


Las chicas se fueron a clases a la mañana siguiente en un apuro. Paloma apenas tuvo tiempo de hablarme antes de irse, así que sus sentimientos acerca del día anterior eran sin duda menos claros para mí.
Me lavé los dientes y me vestí, y luego encontré a Valentin en la cocina.
Se sentó en un taburete frente a la barra de desayuno, sorbiendo leche de la cuchara. Llevaba una sudadera y el bóxer rosado que Rosario le había comprado porque pensaba que era “sexy”.


Saqué un vaso del lavavajillas y lo llené con jugo de naranja. —Parece que lo de ustedes dos volvió a funcionar.


Valentin sonrió, mirándose casi ebrio de alegría. —Lo hicimos. ¿Alguna vez te he dicho como es Rosario en la cama después de una pelea?


Hice una mueca. —No, y por favor no lo hagas.


—Pelear con ella así me asusta como el infierno, pero es una tentación si nos arreglamos de esta manera todo el tiempo. —Como no respondí, Valentin continuó—: Me casaré con esa mujer

—Sí. Bueno, cuando termines de ser una mariquita, tenemos que irnos.


—Cierra el pico,Pedro. No creas que estoy ajeno a lo que está pasando contigo.


Crucé mis brazos. —¿Y qué es lo que está pasando conmigo?


—Estás enamorado de Paula.


—Pft. Definitivamente estás inventando esto para mantener tu mente lejos de Rosario.


—¿Lo estás negando? —Los ojos de Valentin no parpadearon, y traté de mirar a cualquier parte excepto a ellos.


Después de un minuto completo, me moví nerviosamente pero me mantuve en silencio.


—¿Quién está siendo una mariquita ahora?


—Jódete.


—Admítelo.


—No.


—¿No, no estás negando que estás enamorado de Paula, o no lo admitirás? Porque de cualquier manera, imbécil, estás enamorado de ella.


─¿…Y?


—¡LO SABÍA! —dijo Valentin, pateando el taburete hacia atrás, haciéndolo patinar por el suelo de madera donde se reunió con la alfombra en la sala de estar.


—Yo… sólo… callate, Valen—dije. Mis labios formando una línea dura.


Valentin me señaló mientras se dirigía a mi habitación. —Acabas de admitirlo. Pedro Alfonso está enamorado. Ahora lo he escuchado todo.


—¡Sólo ponte tus bragas y vámonos!


Valentin se rió para sí mismo en su dormitorio, y miré al piso. Decirlo en voz alta, a otra persona, lo hacía real, y no estaba seguro de qué hacer con eso.

2 comentarios:

  1. Me encantaron los 3 capítulos! recuerdo esta parte! la q se arma después cuando Paula se entera de lo q Adrían vio! Pobre Pedro!

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