martes, 6 de mayo de 2014

CAPITULO 127


Las clases de la mañana parecieron durar por siempre, y estaba un poco disgustado conmigo mismo por casi haber corrido hasta la cafetería. Ni siquiera sabía si Paula estaría allí.

Pero estaba.

Benjamin se encontraba sentado directamente en frente de ella, charlando con Valentin. Una sonrisa tocó mi cara, y luego suspiré, aliviado y resignado al hecho de que era patético.

La señora del almuerzo llenó mi bandeja con Dios-sabe-qué, y luego caminé hacia la mesa, de pie en frente de Paula.

—Estás sentado en mi silla, Benjamin.

—Oh, ¿es ella una de tus chicas, Pedro?

Paula negó con la cabeza. —Absolutamente no.

Esperé, y luego Benjamin cumplió, llevando su bandeja a un asiento vacío al final de la larga mesa.

—¿Qué hay de nuevo, Paloma? —pregunté, esperando que escupiera veneno hacia mí. Para mi extrema sorpresa, no mostró signos de enojo.

—¿Qué es eso? —Miró fijamente mi bandeja.

Bajé la vista hacia el brebaje humeante. Estaba haciendo una conversación al azar. Sin embargo, era otra buena señal. —La señora de la cafetería me asusta. No criticaré sus habilidades culinarias.

Paula me vio hurgar con mi tenedor por algo comestible, y luego pareció distraída por los murmullos de los que nos rodeaban. Concedido, era nuevo para mis compañeros verme hacer un alboroto para sentarme en frente de alguien.
Todavía no estaba seguro de por qué lo hice.

—Ugh… el examen de Bio es después del almuerzo —gimió Rosario.

—¿Has estudiado? —preguntó Paula.

La nariz de Rosario se arrugó. —Dios, no. Pasé toda la noche tranquilizando a mi novio de que no dormirías con Pedro

Valentin inmediatamente se volvió silencioso ante la mención de la conversación de la noche anterior.
Los jugadores de futbol sentados al final de la mesa hicieron silencio para escuchar nuestra conversación, y Paula se hundió en su asiento, disparando una mirada hacia Rosario.
Ella lucía avergonzada. Por alguna razón, estaba avergonzada ante cualquier atención en absoluto.
Rosario ignoró a Paula y empujó a Valentin con su hombro, pero el ceño de él no desapareció.

—Jesús, Valentin. Lo pasas tan mal, ¿eh? —Le lancé un paquete de ketchup, tratando de aligerar el ambiente. Los estudiantes a nuestro alrededor pusieron su atención en Valentin y luego en Rosario, esperando algo por lo que hablar.

Valentin no respondió, pero los ojos grises de Pau me echaron un vistazo con una pequeña sonrisa. Estaba de suerte hoy. No podría odiarme aunque lo intentara. No sabía por qué me preocupa tanto. No era como si quisiera salir con ella o algo. Sólo parecía el experimento platónico perfecto. Era, básicamente, una buena chica —aunque un poco enojona— y no necesitaba que yo le arruinara su plan para los próximos cinco años. Si es que tenía uno.

Rosario frotó la espalda de Valentin —Él va a estar bien. Sólo le tomará un tiempo para creer que Paula es resistente a sus encantos

—No he tratado de seducirla —dije. Sólo me estaba acercando, y Rosario hundía mi nave—. Ella es mi amiga.

Paula miró a Valentin —Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.

Valentin encontró los ojos de Paula, y luego su expresión se suavizó. Crisis evitada. Paula salvó el día.

Esperé un minuto, tratando de pensar algo que decir. Quería preguntarle a Paula si quería venir a casa después, pero sería lamentable después del comentario de Rosario. 

Una idea brillante apareció en mi cabeza, y no dudé. —¿Tú
estudiaste?

Paula frunció el ceño. —Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con la Biología. Es algo que no puedo entender del todo.

Me levanté, asintiendo hacia la puerta. —Vamos.

—¿Qué?

—Vamos a tomar tus notas. Voy a ayudarte a estudiar.

—Pedro…

—Levanta tu trasero, Palomita. Vas a aprobar ese examen.

Los siguientes tres segundos pudieron haber sido los más largos de mi vida.
Paula finalmente se levantó. Pasó a Rosario y tiró de su cabello. —Te veo en clases, Ro.

Ella sonrió. —Te voy a guardar un asiento. Necesitaré toda la ayuda que pueda conseguir.

Sostuve la puerta abierta para ella mientras dejábamos la cafetería, pero no pareció notarlo. De nuevo, me sentí terriblemente decepcionado.

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