TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
martes, 6 de mayo de 2014
CAPITULO 125
Ella seguía queriendo saber sobre mi familia y mi carrera, y yo trataba de no saltar de mi asiento y golpear a todos en una estampida de un solo golpe. Como mi ira hervía, centrarme en la conversación se me hizo más difícil.
—¿De qué se están riendo? —preguntó finalmente, haciendo un gesto hacia la ruidosa mesa.
Negué con la cabeza
—Cuéntame —insistió.
Mis labios se apretaron en una delgada línea. Si ella se iba, probablemente no tendría otra oportunidad, y esos imbéciles tendrían algo más de que reírse.
Me miró expectante.
A la mierda. —Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general… lo mío.
—¿Primero?
Cuando entendió el significado, su rostro se congeló. Estaba avergonzada de estar aquí conmigo.
Hice una mueca, esperando que saltara.
Sus hombros cayeron. —Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser visto conmigo así vestida, y ellos creen que voy a dormir contigo —se quejó.
Espera, ¿Qué? —¿Por qué no querría ser visto contigo?
Las mejillas de Paula se tornaron rosas, y miró hacia la mesa. —¿De qué estábamos hablando?
Suspiré. Ella estaba preocupada por mí. Pensó que se reían de la forma en que lucía. La paloma no era un duro-culo, después de todo. Me decidí a hacer otra pregunta antes de que lo reconsiderara.
—De ti. ¿Cuál es tu especialidad?
—Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.
—Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes haber tenido un traslado.
—Wichita. Igual que Rosario.
—¿Cómo llegaste aquí desde Kansas?
—Sólo quería escapar
—¿De qué?
—Mis padres.
Estaba huyendo. Tenía la sensación de que la chaqueta y las perlas que llevaba la noche que nos conocimos eran una fachada. Pero, ¿para ocultar qué? Se molestaba bastante rápido con las preguntas personales, pero antes de que pudiera cambiar de tema, Kyle, del equipo de futbol, escupió algo.
Asentí. —Entonces, ¿por qué aquí?
Paula espetó algo. Me perdí lo que fuera. El idiota se río, pero el equipo de futbol ahogó sus palabras.
—Amigo, se supone que tienes que conseguir una bolsa para el perrito, no bolsear al perrito.
No me pude contener más. Estaban siendo irrespetuosos conmigo y con Paula. Me puse de pie y di unos pasos, se empezaron a empujar unos a otros por la puerta, tropezando y tropezando con una docena de pares de pies.
Los ojos de Paula excavaron la parte de atrás de mi cabeza, trayéndome de vuelta a mis cinco sentidos. Me planté de nuevo en la mesa, ella levantó una ceja, y de inmediato mi frustración y mi ira se desvanecieron.
—Ibas a decirme por qué elegiste esta escuela —le dije. Pretender que el show de hace poco no había ocurrido era probablemente la mejor manera de continuar.
—Es difícil de explicar —dijo, encogiéndose de hombros—. Supongo que sólo se sentía bien.
Si había una frase para explicar lo que yo sentía, era esa. No sabía qué diablos hacía, ni porque, pero algo de estar sentado frente a ella en esta cabina me traía una extraña sensación de calma. Incluso en medio de mi furia.
Le sonreí y abrí mi menú. —Sé lo que quieres decir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario