TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
lunes, 21 de abril de 2014
CAPITULO 76
Pedro finalmente se abrió paso entre la multitud junto a Benny, que lo cogía por el hombro y le susurraba algo al oído. Pedro asintió y le respondió. Se me heló la sangre al verlo tratar tan amigablemente al hombre que nos había
amenazado hacía menos de veinticuatro horas. Pedro se deleitaba con los aplausos y las felicitaciones por su triunfo, mientras la multitud rugía. Caminaba muy recto,su sonrisa era más amplia, y, cuando llegó hasta mí, me dio un fugaz beso en la boca.
Noté el sabor salado del sudor mezclado con el metálico de la sangre en los labios. Había ganado la pelea, pero no sin recibir unas cuantas heridas de batalla.
—¿De qué iba eso? —pregunté, mientras observaba a Benny reírse con su séquito.
—Te lo contaré más tarde. Tenemos mucho de que hablar —dijo con una gran sonrisa.
Un hombre dio unas palmaditas a Pedro en la espalda.
—Gracias —dijo Pedro, volviéndose hacia él y estrechándole la mano que le alargaba.
—Espero impaciente volver a verte pelear, hijo —dijo el hombre, mientras le entregaba una botella de cerveza—. Eso ha sido increíble.
—Vamos, Paloma.
Dio un trago a su cerveza, hizo unas gárgaras y entonces la escupió: el líquido ámbar del suelo estaba mezclado con sangre. Se abrió paso zigzagueando entre la muchedumbre y respiró hondo cuando conseguimos llegar al exterior. Me
dio un beso y me llevó por el Strip con paso rápido y decidido.
En el ascensor de nuestro hotel, me empujó contra la pared de espejo, me cogió la pierna y me la levantó en un movimiento rápido contra su cadera. Aplastó la boca contra la mía, y sentí que la mano que tenía debajo de mi rodilla se
deslizaba por el muslo y me subía la falda.
—Pedro, allí hay una cámara —dije contra sus labios.
—Me importa una mierda. —Se rio—. Estoy de celebración.
Lo aparté de un empujón.
—Podemos celebrarlo en la habitación —dije, mientras me secaba la boca y me miraba la mano, donde descubrí vetas de color carmesí.
—¿Qué problema tienes, Paloma? Tú has ganado, yo he ganado, hemos pagado la deuda de Ruben y acaban de hacerme la oferta de mi vida.
El ascensor se abrió y yo me quedé en el sitio mientras Pedro salía al pasillo.
—¿Qué tipo de oferta? —pregunté.
Pedro me tendió la mano, pero yo la ignoré. Fruncí los ojos, sabiendo de antemano lo que me iba a decir.
Suspiró.
—Ya te lo he dicho, lo discutiremos después.
—Hablémoslo ahora.
Se inclinó hacia delante, me cogió por la muñeca para sacarme al pasillo y me levantó del suelo en sus brazos.
—Voy a conseguir dinero suficiente para devolverte lo que Ruben te quitó,para pagar el resto de tu educación, mi moto y para comprarte un coche nuevo—dijo él, metiendo y sacando la tarjeta en la ranura de la puerta.
Abrió la puerta y me dejó en el suelo.
—¡Y eso es solo el principio!
—¿Y cómo piensas hacerlo exactamente?
Sentía una opresión en el pecho y empezaron a temblarme las manos.
Me cogió la cara entre las manos, fuera de sí.
—Benny va a dejar que pelee aquí, en Las Vegas. Un millón por cada pelea,Paloma. ¡Un millón por cada pelea!
Cerré los ojos y sacudí la cabeza, tratando de abstraerme de la emoción de su mirada.
—¿Qué le has dicho a Benny? —Pedro me levantó la barbilla y abrí los ojos,temiendo que ya hubiera firmado un contrato.
Se rio.
—Le he dicho que me lo pensaría.
Pude volver a respirar.
—Oh, gracias a Dios. No vuelvas a darme un susto así, Pepe. Pensaba que lo decías en serio.
Pedro torció el gesto y se puso firme antes de hablar.
—Y lo digo en serio, Paloma. Le he dicho que tenía que hablarlo contigo primero, pero pensaba que te alegrarías. Está planeando organizar una pelea al mes. ¿Tienes idea de cuánto dinero es eso? ¡Dinero contante y sonante!
—Sé sumar, Pedro. También sé mantener la mente fría cuando estoy en Las Vegas, cosa que, obviamente, tú no sabes hacer. Tengo que sacarte de aquí antes de que hagas algo estúpido.
Me dirigí al armario y arranqué nuestra ropa de las perchas para meterlas furiosa en las maletas.
Pedro me cogió los brazos suavemente y me hizo dar media vuelta.
—Puedo hacerlo. Puedo pelear para Benny durante un año y, entonces, tendremos dinero para mucho, mucho tiempo.
—¿Qué vas a hacer? ¿Dejar la universidad y mudarte aquí?
—Benny se encargará de los vuelos y se adaptará a mi horario.
Solté una carcajada, incrédula.
—¡Cómo puedes ser tan crédulo, Pedro! Cuando Benny te tiene en nómina,no te limitas a pelear una vez al mes. ¿Te has olvidado de Dario? ¡Acabarás siendo uno de sus matones!
Negó con la cabeza.
—Ya hemos discutido eso, Paloma. Solo quiere que pelee.
—¿Y tú te lo crees? ¿Sabes que por aquí lo llaman Benny Lengualarga?
—Quería comprarte un coche, Paloma. Uno bonito. Y pagaremos nuestras carreras por completo.
—¿Ah sí? ¿Ahora la mafia da becas de estudios?
Pedro apretó las mandíbulas. Le irritaba tener que convencerme.
—Esto es bueno para nosotros. Puedo guardarlo hasta que tengamos que comprarnos una casa. No puedo conseguir tanto dinero en ninguna otra parte.
—¿Y qué hay de tu licenciatura en Derecho Penal? Te aseguro que verás bastante a tus antiguos compañeros de clase si trabajas para Benny.
—Nena, comprendo tus reservas, de verdad que sí. Pero voy a ser listo. Lo haré durante un año y después lo dejaré y haremos lo que demonios queramos.
—No puedes dejar a Benny sin más, Pepe. Él es el único que te dice cuándo se ha acabado. No tienes ni idea de cómo es tratar con él. ¡No puedo creerme que tan siquiera lo estés considerando! ¿De verdad que vas a sopesar trabajar para un hombre que nos habría pegado una tremenda paliza a los dos ayer por la noche si no se lo hubieras impedido?
—Exactamente, se lo impedí.
—Trataste con dos de sus pesos ligeros,Pedro. ¿Qué vas a hacer si aparece con una docena? ¿Qué harás si viene a por mí, después de alguna de tus peleas?
—No tendría ningún sentido que hiciera eso. Le haré ganar montones de dinero.
—En el momento en que decidas que no vas a hacerlo nunca más, serás prescindible. Así trabaja esta gente.
Pedro se alejó de mí para mirar por la ventana; las luces que parpadeaban daban color a sus rasgos en conflicto. Había tomado su decisión incluso antes de ir a contármela.
—Todo irá bien, Paloma. Me aseguraré de que así sea. Y, entonces, podremos asentarnos.
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