lunes, 21 de abril de 2014

CAPITULO 77



Sacudí la cabeza y me di la vuelta para seguir metiendo nuestra ropa en las maletas. Cuando aterrizáramos en la pista, en casa, volvería a ser él mismo de nuevo. Las Vegas hacía que la gente se comportara de forma extraña, y no podía razonar con él mientras estuviera embriagado por el flujo de dinero y whisky.

Me negué a seguir discutiéndolo hasta que llegamos al avión, temerosa de que Pedro me dejara irme sin él. Me abroché el cinturón del asiento y apreté los dientes al ver cómo miraba melancólico por la ventana mientras ascendíamos por el cielo nocturno. Ya añoraba la perversión y las tentaciones sin límites que una ciudad como Las Vegas ofrecía.

—Es mucho dinero, Paloma.

—No.

Sacudió la cabeza hacia mí.

—Es mi decisión. Me parece que no estás considerando todos los aspectos.

—Pues a mí me parece que tú has perdido la cabeza.

—¿Ni siquiera piensas considerarlo?

—No, y tampoco tú. No vas a trabajar para un criminal asesino en Las Vegas, Pedro. Es completamente ridículo que pensaras que podría considerarlo.

Pedro suspiró y miró por la ventana.

—Mi primera pelea es dentro de tres semanas.

Me quedé boquiabierta.

—¿Ya has aceptado?

Parpadeó.

—Todavía no.

—¿Pero piensas hacerlo?

Sonrió.

—Se te pasará el enfado cuando te compre un Lexus.

—No quiero un Lexus —dije entre dientes.

—Podrás elegir el que quieras, nena. Imagínate cómo será entrar en el concesionario que decidas y, simplemente, escoger tu color favorito.

—No haces esto por mí. Deja de fingir que sí.

Se inclinó hacia mí y me besó el pelo.

—No, lo hago por nosotros. Pero ahora no ves lo genial que va a ser.

Sentí un escalofrío en el pecho que me recorrió la columna vertebral hasta llegar a las piernas. No entraría en razón hasta que llegáramos al apartamento, y me aterraba que Benny le hubiera hecho una oferta que no pudiera rechazar.

Procuré librarme de mis miedos; tenía que creer que Pedro me amaba lo suficiente para olvidarse del dinero y de las falsas promesas de Benny.

—¿Paloma? ¿Sabes cocinar un pavo?

—¿Un pavo?

El repentino cambio de conversación me había pillado desprevenida. Él me estrechó la mano.

—Bueno, se acerca Acción de Gracias, y ya sabes que mi padre te adora.Quiere que vengas a casa ese día, pero siempre acabamos pidiendo pizza y viendo el partido. Así que había pensado que tú y yo podríamos intentar cocinar un pavo juntos. Ya sabes, para disfrutar del menú típico por una vez en casa de los Alfonso.

Apreté los labios para intentar no reírme.

—Solo tienes que descongelar el pavo, ponerlo en una fuente y asarlo en el horno durante todo un día. No tiene mucha ciencia.

—¿Entonces vendrás? ¿Me ayudarás?

Me encogí de hombros.

—Claro.

Pedro había dejado de pensar en las embriagadoras luces que sobrevolábamos, así que me permití albergar la esperanza de que llegara a ver lo mucho que se equivocaba con Benny después de todo.

Pedro soltó nuestras maletas sobre la cama y yo me dejé caer junto a ellas.

No había sacado el tema de Benny, y esperaba que su sangre empezara a limpiarse de Las Vegas. Tuve que bañar a Moro, porque apestaba a humo y calcetines sucios
después de pasarse todo el fin de semana en el apartamento de Benjamin, y lo sequé con la toalla en el dormitorio.

—¡Vaya! ¡Ahora hueles mucho mejor! —dije entre risas mientras él se sacudía, rociándome con gotitas de agua.
Se levantó sobre las patas traseras y me cubrió la cara de besitos de cachorro.

—Yo también te he echado de menos, pequeñín.

—¿Paloma? —preguntó Pedro, entrelazando los dedos nervioso.

—¿Sí? —dije, mientras seguía frotando a Moro con la suave toalla amarilla.

—Quiero hacerlo. Quiero pelear en Las Vegas.

—No —dije, sonriendo ante la cara feliz de Moro.

Él suspiró.

—No me estás escuchando. Voy a hacerlo. Dentro de unos meses verás que era la decisión correcta.

Levanté la mirada hacia él.

—Vas a trabajar para Benny.

Asintió nervioso y, entonces, sonrió.

—Solo quiero cuidarte, Paloma.

Mis ojos se inundaron de lágrimas al saber que estaba decidido.

—No quiero nada que hayas comprado con ese dinero, Pedro. Ni quiero tener nada que ver ni con Benny ni con Las Vegas, ni con ninguna otra cosa relacionada con ellos.

—Pues la idea de comprar un coche con el dinero ganado con mis peleas aquí no te planteaba ningún problema.

—Eso es diferente y lo sabes.

Frunció el ceño.

—Todo irá bien, Paloma. Ya lo verás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario