TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
jueves, 15 de mayo de 2014
CAPITULO 157
La fiesta se desarrolló como usualmente lo hacía: Drama, un par de peleas, chicas metiéndose en una pelea, una pareja o dos teniendo una discusión terminando con la chica en lágrimas, y luego estaban los rezagados, ya sea
desmayados o vomitando en un área no designada.
Mis ojos viajaron a la parte superior de las escaleras más veces de las que deberían. Incluso cuando las chicas prácticamente me rogaban que las llevara a casa, continué mirando, tratando de no imaginar a Paula y Adrian haciéndolo, o incluso peor, él haciéndola reír.
—Hola, Pedro —llamó una aguda y cantarina voz por detrás. No me di vuelta, pero no tomó mucho para que la chica se moviera hasta entrar en mi línea de visión. Se inclinó sobre los postes de madera de la barandilla—. Te ves aburrido. Creo que debería hacerte compañía.
—No estoy aburrido. Puedes irte —dije, comprobando la parte superior de las escaleras de nuevo. Paula se detuvo en el descansillo, su espalda hacia las escaleras.
Rió. —Eres tan divertido.
Paula pasó a mi lado despreocupadamente, hacia donde Rosario estaba. La seguí, dejando a la chica ebria hablando sola.
—Si quieren pueden adelantarse —dijo Paula con moderado entusiasmo—Adrian se ofreció para llevarme a casa.
—¿Qué? —dijo Rosario, sus cansados ojos iluminados como una doble fogata.
—¿Qué? —dije, incapaz de contener mi irritación.
Rosario se giró. —¿Hay algún problema?
La fulminé con la mirada. Ella sabía exactamente cuál era mi problema.
Tomé a Pedro por el codo y tiré de ella alrededor de la esquina.
—Ni siquiera lo conoces.
Liberó su mano de mi agarre. —Esto no es de tu incumbencia, Pedro.
—Al demonio si no lo es. No dejaré que viajes a casa con un completo extraño. ¿Y si trata de aprovecharse de ti?
—¡Bien! ¡Él es lindo!
No podía creerlo. Realmente estaba cayendo en su juego.
—¿Adrian Hayes, Paloma? ¿En serio? Adrian Hayes. ¿Qué clase de nombre es ese, de todos modos?
Se cruzó de brazos y alzó el mentón. —Ya está bien, Pepe. Estás comportándote como un idiota.
Me incliné, furioso. —Lo mataré si te toca.
—Me gusta.
Una cosa era asumir que estaba siendo engañada, y otra era escucharla admitirlo. Ella era demasiado buena para mí; maldición, sin duda era demasiado buena para Adrian Hayes. ¿Por qué se comportaba de forma frívola por ese idiota?
Mi rostro se tensó en reacción a la ira que corría por mis venas.
—Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de su coche, después no vengas llorando conmigo.
Su boca se abrió, estaba ofendida y furiosa. —No te preocupes, no lo haré — dijo, alejándose de mí.
Me di cuenta de lo que había dicho, y entonces tomé su brazo y suspiré, sin girar del todo. —No quise decir eso, Paloma. Si te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber.
Sus hombros cayeron. —Sé que no lo quisiste decir. Pero tienes que ponerle un alto a este exceso de sobreprotección de hermano mayor que tienes.
Me reí. Ella realmente no lo entendía. —No estoy jugando al hermano mayor, Paloma. Nada de eso.
Adrian rodeó la esquina y metió las manos en los bolsillos.
—¿Todo listo?
—Sí, vamos —dijo Paula, tomando el brazo de Adrian.
Fantaseé con correr detrás de él y empujar mi codo contra la parte posterior de su cabeza, pero entonces Paula se giró y me vio mirándolo.
Ya basta, articuló. Caminó con Adrian, y él mantuvo la puerta abierta para ella.
Una amplia sonrisa se extendió en su rostro, en apreciación.
Por supuesto. Cuando él lo hizo, sí lo notó.
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