TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
viernes, 9 de mayo de 2014
CAPITULO 137
El sol acababa de empezar a arrojar sombras sobre las paredes de mi habitación cuando abrí los ojos. El pelo de Paula estaba enredado y desordenado, cubriendo mi cara. Respiré profundamente por la nariz.
Amigo. ¿Qué estás haciendo… además de ser espeluznante? pensé. Me giré sobre mi espalda, pero antes de poder detenerme a mí mismo, inspiré otra vez. Ella
todavía olía a champú y loción.
Unos segundos más tarde, sonó la alarma y Paula empezó a despertarse.
Pasó su mano por mi pecho y luego la retiró.
—¿Pedro? —dijo aturdida—. La alarma. —Esperó un minuto y luego suspiró, estirándose por encima de mí, esforzándose hasta que finalmente alcanzó la alarma y luego le dio un golpe contra el plástico hasta que el ruido se detuvo.
Se dejó caer contra la almohada y resopló. Una risita escapó de mis labios y jadeó.
—¿Estabas despierto?
—Prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.
—No me acosté sobre ti. No podía alcanzar el despertador. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.
—¿Quieres desayunar? —Coloqué las manos detrás de mi cabeza.
—No tengo hambre.
Parecía enfadada por algo, pero ignoraba por qué. Probablemente no era una persona mañanera. Aunque con esa lógica, en realidad no era una persona de tarde o una persona nocturna, tampoco. Ahora que lo pensaba, era una especie de perra malhumorada… y me gustaba.
—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir tan temprano.
Metió sus pequeños pies en sus zapatillas y luego se dirigió arrastrando los pies hasta la puerta.
—¿A dónde vas?
Se enfadó al instante. —A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
¿Quería jugar duro? Está bien. Jugaría. Caminé hacia ella y apoyé las manos sobre los hombros. Maldita sea, su piel se sentía bien contra la mía. —¿Siempre eres tan temperamental o eso cambiará una vez que creas que no estoy elaborando ningún complejo plan para meterme en tus bragas?
—No soy temperamental.
Me incliné, susurrando en su oído—: No quiero acostarme contigo, Paloma.Me gustas demasiado.
Su cuerpo se tensó, y luego me fui sin decir otra palabra. Saltar de un lado a otro para celebrar la emoción de la victoria habría sido un poco obvio, así que me contuve hasta que estuve lo suficientemente escondido detrás de la puerta, y luego hice unos cuantos golpes con el puño en el aire de modo festivo.
Hacerla estar en guardia no era siempre fácil, pero cuando funcionaba, me sentía como si estuviera un paso mas cerca de…
¿De qué? No estaba exactamente seguro. Simplemente se sentía correcto.
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