TRILOGIA:LA PRIMER PARTE CONTADA POR PAULA,LA SEGUNDA POR PEDRO Y LA TERCERA EN UN MOMENTO ESPECIFICO DE SUS VIDAS
sábado, 5 de abril de 2014
CAPITULO 25
Me agarré a su brazo para quitarme los tacones, y fui hacia su habitación.
Mientras me ponía el pijama intenté con todas mis fuerzas estar enfadada con él.
Pedro se sentó en la cama y cruzó los brazos.
—¿Te lo has pasado bien?
—Sí —suspiré—, me lo he pasado estupendamente. Ha sido perfecto. Él
es…
No pude encontrar una palabra adecuada para describirlo, por eso
simplemente moví la cabeza.
—¿Te ha besado?
Apreté los labios y asentí.
—Sí, tiene unos labios muy, muy suaves.
Pedro se apartó.
—No me importa cómo son sus labios.
—Créeme, es importante. Me pongo tan nerviosa con los primeros besos…,
pero este no ha estado nada mal.
—¿Te pones nerviosa por un beso? —preguntó divertido.
—Solo con los primeros besos. Los odio.
—Yo también los odiaría si tuviera que besar a Adrian Hayes.
Me reí tontamente y me fui hacia el baño a quitarme el maquillaje de la cara.
Pedro me siguió, apoyándose en la jamba de la puerta.
—¿Así que vais a salir otra vez?
—Sí. Me llamará mañana.
Me sequé la cara y corrí por el pasillo para saltar a la cama.
Pedro se quitó los calzoncillos y se sentó con la espalda vuelta hacia mí.
Estaba un poco encorvado y parecía cansado. Los músculos de su espalda se
estiraron cuando se volvió para mirarme un instante.
—Si te lo has pasado tan bien, ¿por qué has vuelto tan temprano a casa?
—Tiene un examen importante el lunes.
Pedro arrugó la nariz.
—¿A quién le importa?
—Está intentando entrar en Harvard. Tiene que estudiar.
Resopló arrastrándose sobre su estómago. Lo vi meter las manos bajo la
almohada, parecía enfadado.
—Sí, claro, eso es lo que dice a todo el mundo.
—No seas idiota. Tiene prioridades…, creo que es un tío responsable.
—¿No debería estar su chica por encima de sus prioridades?
—No soy su chica. Solo hemos salido una vez, Pepe —me quejé.
—¿Pues qué habéis hecho juntos? —Le dirigí una mirada airada y él se echó
a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!
Viendo que era sincero, le conté todo, desde el restaurante, la comida,
incluso las cosas bonitas y dulces que Adrian me había dicho. Sabía que mi boca se
había quedado congelada en una ridícula sonrisa, pero no podía dejar de sonreír
mientras describía mi velada perfecta.
Pedro me observaba con sonrisa divertida mientras yo parloteaba, incluso
haciendo preguntas. Aunque parecía frustrado con todo lo de Adrian, yo sentía
claramente que disfrutaba viéndome tan feliz.
Pedro se colocó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos por un
instante antes de que él dijera en un suspiro:
—Estoy encantado de que te lo hayas pasado bien, Paloma. Te lo mereces.
—Gracias —dije con una sonrisa de oreja a oreja. La melodía hacía vibrar mi
móvil en la mesilla de noche y lo cogí bruscamente para mirar la pantalla.
—¿Diga?
—Ya es mañana —dijo Adrian.
Miré el reloj y me reí. Eran las doce y un minuto.
—Sí, es verdad.
—¿Qué te parece el lunes por la noche? —me preguntó.
Me cubrí la boca por un momento y luego, inspirando profundamente, dije:
—Muy bien. El lunes por la noche es perfecto.
—Bien. Te veo el lunes —dijo.
Podía imaginarme su sonrisa por su voz. Colgué y me volví hacia Pedro,
que me miraba con un poco de fastidio. Le di la espalda y me acurruqué haciendo
un ovillo, tensa por la emoción.
—Eres una chica estupenda —dijo Pedro girándose de espaldas a mí.
Puse los ojos en blanco. Se dio la vuelta y me agarró la cara para que lo
mirase.
—¿De verdad te gusta Adrian?
—¡No me estropees esto, Pedro!
Me miró por un momento y luego agitó la cabeza volviéndose de nuevo.
—Adrian Hayes.
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