jueves, 3 de abril de 2014

CAPITULO 19




Retrocedió unos pasos y desapareció detrás de la puerta del baño. Enrosqué
el pelo alrededor del dedo, reflexionando sobre el énfasis con el que pronunció la
palabra «nosotros» y la mirada con la que la acompañó. Me pregunté si alguna vez
había existido algún tipo de límite en absoluto, y si yo era la única que pensaba
que Pedro y yo seguíamos siendo solo amigos.
Valentin salió hecho una furia de su cuarto, y Rosario corrió tras él.
—Valen, ¡detente! —le rogó ella.
Él se volvió a mirar la puerta del baño y luego a mí. Hablaba en voz baja
pero enfadada.
—Me lo prometiste, Paula. Cuando te dije que no te dejaras llevar por las
apariencias, ¡no me refería a que os liarais! ¡Pensaba que erais solo amigos!
—Y así es —dije, conmocionada por su ataque sorpresa.
—¡No, no lo sois! —respondió él furibundo.
Rosario le tocó el hombro.
—Cariño, te dije que todo iría bien.
Él se alejó de ella.
—¿Por qué apoyas esto, Ro? ¡Ya te he dicho cómo acabará todo!
Rosario le cogió la cara con ambas manos.
—¡Y yo te he dicho que te equivocabas! ¿Es que no confías en mí?
Valentin suspiró, la miró y después se largó furioso a su habitación.
Rosario se dejó caer en el sillón que había a mi lado y resopló.
—No consigo meterle en la cabeza que, tanto si lo tuyo con Pedro funciona
como si no, no tiene por qué afectarnos. Supongo que está muy quemado por otras
veces. Simplemente, no me cree.
—¿De qué estás hablando, Ro? Pedro y yo no estamos juntos. Solo somos
amigos. Ya lo has oído antes…, a él no le intereso en ese sentido.
—¿Eso has oído?
—Pues sí.
—¿Y te lo crees?
Me encogí de hombros.
—No importa. Nunca pasará nada. Me ha dicho que no me ve de ese modo.
Además, tiene una fobia total al compromiso. Me costaría encontrar a una amiga,
aparte de ti, con la que no se hubiera acostado, y no puedo aguantar sus cambios
de humor. No me puedo creer que Valen piense de otro modo.
—Porque no solo conoce a Pedro… Ha hablado con él, Pau.
—¿Qué quieres decir?
—¿Ro? —Valentin la llamó desde el dormitorio.
Rosario suspiró.
—Eres mi mejor amiga. Me parece que a veces te conozco mejor de lo que te
conoces tú a ti misma. Os veo juntos, y la única diferencia que hay respecto a Valen
y a mí es que nosotros nos acostamos. Nada más.
—Hay una diferencia enorme, enorme. ¿Acaso Valen trae cada noche a casa a
una chica diferente? ¿Vas a ir a la fiesta de mañana con un tío que definitivamente
puede ser un novio potencial? Sabes que no puedo liarme con Pedro, Ro. Ni
siquiera sé por qué estamos discutiéndolo.
La expresión se Rosario se transformó en decepción.
—No estoy inventándome nada, Pau. Has pasado casi cada minuto del
último mes con él. Admítelo: sientes algo por ese chico.
—Déjalo, Ro —dijo Pedro, ciñéndose la toalla alrededor de la cintura.
Rosario y yo dimos un respingo al oír la voz de Pedro y, cuando mi mirada
se cruzó con la suya, vi claramente que la felicidad había desaparecido de ella. Se
fue al vestíbulo sin decir nada más, y Rosario me miró con una expresión triste.
—Creo que estás cometiendo un error —susurró ella—. No necesitas ir a esa
fiesta a conocer a un chico, ya tienes a uno loco por ti aquí mismo —prosiguió,
dejándome a solas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario